Gracias a su reciente discurso en el marco de la convención nacional republicana durante la cual en antiguo Dirty Harry se dirigió a una silla donde se suponía estaba sentado un Barack Obama invisible resulta difícil imaginar que una película cuya estrella principal es Clint Eastwood pudiera asegurar un gran éxito precisamente luego de dicho acontecimiento. Pero aunque usted no lo crea, es el pesado guion, el ritmo lento, los gruñidos continuos de Clint Eastwood y la intriga previsible que hacen que “Trouble with the Curve” tenga un lanzamiento lento sin desviarse en ningún momento del camino del medio.
Gus (Clint Eastwood) es uno de los mejores buscadores de nuevo talento de beisbol que se haya visto pero los años han empezado a pegarle fuertemente: su visión ya no es confiable y además hay un tipo armado con una laptop (Matthew Lillard) y su acolito están empeñados en que sea despedido Gus de su puesto con el equipo de beisbol, Atlanta Braves y remplazarlo con una computadora. Su hija Mickey (Amy Adams), cuyo nombre lo inspiró Mickey Mantle dado que su amor por el beisbol es infinito, es la abogado colaboradora de un bufete de abogados influyente y misógino que se encuentra a punto de convertirse en socia cuando recibe la llamada telefónica del jefe y mejor amigo de su papa (John Goodman) pidiéndole que acompañe a su papá a Carolina del Norte para ayudarle. Aunque ella debería estar ocupándose de arreglar la situación con su papa resulta que también está presente un tal Jimmy (Justin Timberlake) que es también un busca talentos que entre en escena, coquetea con Mickey y roba el espectáculo durante una buena parte de la película.
Aunque el comportamiento del personaje gruñón de Clint Eastwood es ideal para el papel de un hombre envejeciendo y fiel que se rehúsa a abandonar el juego tal como lo conoció, el guión desafortunadamente lo obliga a enunciar demasiados chistes desusados – que usted quizás conozca como bromas de papá – y que desvalorizan su habilidad de ser el hombre sabio que sabe más que los jóvenes novatos. Amy Adams da lo máximo posible con un papel que no exige más que mostrar inteligencia, ser atrevida y vehemente, pero tenemos sencillamente la impresión que este papel es demasiado chico para esta estrella. El personaje de Justin Timberlake se ve igualmente acaparrado por los chistes al estilo de los que le achacan a Gus, pero por suerte el que fue en el pasado miembro de un grupo musical de jóvenes saca a relucir todo su encanto y logra con su chiste, por más malo que sea, hacer que sea lo suficiente cómico para que nos enamoremos de él, al por hora y media.
Dejando a un lado el guión, es importante añadir que la película se extravía del camino con su retrato del joven villano encarnado por Matthew Lillard. Hay una escena donde vemos a este villano sentado en un cuarto poco iluminado mientras imparte instrucciones a su seguidor para que siga espiando a Gus. Lo único ausente en esta escena fue la risa maquiavélica y el gato reposándose en sus piernas con él villano acariciando al gato con su mano adornada con un gran anillo de rubíes.
Es el villano hiperbólico, aunado con el tratamiento de enemigo mortal de Gus (la tecnología) mientras se incorporan además dos historias que compiten entre si (Justin Timberlake y Amy Adams compitiendo con Clint Eastwood y Amy Adams) y el paso enlentecido del largometraje que impiden que la película alcance ser lo que pretendía ser: una película popcorn perfectamente dulce y previsible.
“Trouble with the Curve” es la película perfecta para ver el domingo junto con tu papa pero pensándole bien más vale ver Field of Dreams en Blu-ray.