No es nada sorprendente que “Seven Psychopaths”, la comedia policíaca descuadrada de Martin McDonagh, nominada para los Oscar, haya ganado el premio galardonado por el público en el marco del festival internacional del cine de Toronto. Este largo metraje un poco extraño, que conquistara el corazón del gran público, es tanto una macabra película para ver a medianoche como una sátira sobre el lugar que engendra toda esta locura: Hollywood.
La película sigue a Marty (Colin Farrell, esta vez en la piel de un hombre ordinario), un alcohólico funcional y guionista de películas desprovisto de inspiración alguna mientras que intenta completar el guión de “Seven Psychopaths”. Por mala suerte (o quizás buena suerte) de Marty, su mejor amigo, el desequilibrado Billy (Sam Rockwell, que se roba el escenario), es un actor desempleado que secuestra perros para cobrar las recompensas y que provee al escritor una buena fuente de inspiración.
Billy trabaja en el mundo del secuestro de caninos con Hans (un Christopher Walken conmovedor y maravillosamente bizarro), un hombre profundamente religioso pero atormentado por un pasado violento, y que utiliza todo el dinero que gana para cubrir los gastos para los cuidados de su esposa enferma (Linda Bright Clay). Un día los dos hombres se equivocan y se llevan por error al perro de raza shih tzu de un gánster lunático, Charlie (Woody Harrelson, que sigue cosechando éxitos en el 2012), mientras que Billy publica un anuncio en el diario para encontrar los mejores sicópatas de la ciudad. Marty ha encontrado la inspiración que requiere para su guion. Y esta inspiración llega literalmente a su puerta, poniendo en peligro su vida y la de todos aquellos que se encuentran a su alrededor.
Martin McDonagh hace muestra de una película imprevisible, desquiciada y con rasgos del género “noir” brinda homenaje al trabajo de guionista y director (lo cual le ha valido comparaciones bien merecidas con Quentin Tarantino). La película no sólo evoca a Tarantino por el estilo, la dirección y elenco ecléctico pero también por la técnica narrativa.
La película encierra una serie de pequeños retratos sombríos y divertidos : dos asesinos a sueldo torpes (encarnados por las coestrellas de “Boardwalk Empire”, Michael Pitt y Michael Stuhlbarg), fantasías vengadoras desatancándose en ciertas escenas el soldado vietcong (Long Nguyen) y el quaker (Harry Dean Stanton), y los persecutores de los asesinos en serie (Amanda Warren y Tom Waits, que se pasea con un conejo blanco), evocando respectivamente “Pulp Fiction”, las dos películas “Kill Bill” y también “Inglorious Basterds”. Pero no vaya a decir que “Seven Psychopaths” es una imitación de Quentin Tarantino. Martin McDonagh logra destacar los mejores aspectos estéticos de su colega (al igual que Tarantino, se apoya en su musa, Colin Farrell), pero sin jamás abandonar el estilo tan bien definido por él.
“Seven Psychopaths” no alcanza el mismo equilibrio delicado en la muy superior “In Bruges” y la historia se alarga demasiado, con una escena fantasiosa mucho más complaciente que la verdadera conclusión de la película. Sin embargo, sí es mucho más cómica que la anterior, en buena parte gracias a las payasadas de Billy/Sam Rockwell y a una diatriba hilarante sobre Gandhi. La última película de Martin McDonagh es la locura más grande que haya salido de Hollywood este año – en el mejor de los sentidos.