“Runner Runner” cuenta con la superestrella Justin Timberlake para el papel de Richie Furst, un estudiante de la universidad de Princeton que malgasta todo su dinero de sus estudios jugando póker en el internet. Cuando Richie toca fondo, su sed por el dinero se vuelve más fuerte (al igual que sus decisiones poco razonadas), y toma un vuelo a Costa Rica en busca de Ivan Block (Ben Affleck), el patrón turbio del sitio de juegos en línea que él considera un ladrón. Cuando se encuentra frente a frente con este jefe de empresa infame, Furst recibe una oferta atractiva (y dudosa): él puede escoger entre ser rembolsado el dinero que según él le fue robado y regresar a los Estados Unidos o puede permanecer con Block para ganar millones de dólares. En sólo tres segundos Richie toma la decisión de quedarse en Costa Rica. Lo que sigue son 60 minutos sin convicción de Justin Timberlake mientras este establece una relación romántica pero sin pasión con la bella asistente de Block (Gemma Arterton), esquiva un insolente agente del FBI (Anthony Mackie), chantajea a distintas personas que no conoce y tomas decisiones que nos hacen preguntar por qué nos interesamos por este protagonista idiota con tan pocas calidades si es que acaso tiene una.
Escrita por los guionistas Brian Koppelman y David Levien, el mismo dúo que había creado la película “Rounders” (1998) que toca también sobre los juegos de azar, “Runner Runner” promete muchas sensaciones pero desde el momento que nos parece que se aproxima una situación culminante o que se trata de un momento de elucidación, nos vemos rápidamente decepcionados por los virajes poco satisfactorios que el director, Brad Furman (“The Lincoln Laywer”) intenta avivar con un estilo de vida lleno de resplandor en Costa Rica. En lugar de una sola intriga coherente somos llevados por el camino rocoso de una historia subdesarrollada y mal empatada que hubiese sido mejor con menos ingredientes. Al incorporar demasiadas intrigas jamás se logra concluir todas las historias y el resultado es un público confundido por el carácter vago de la película en su totalidad.
Y cuando la intriga empieza a desmoronarse ya no sabemos a dónde dirigir nuestra atención; miramos a los personajes pero ninguno tiene suficiente carne en los huesos (con la excepción de Ben Affleck, cuya fuerte y convincente actuación se sitúa entre su encanto legendario y su demonio interior que pareciera querer mostrarse abiertamente). Lástima que el personaje de Ben Affleck no pase más tiempo en la pantalla. Nos dan en su lugar a Justin Timberlake (que no llega a convencer al público de ser capaz de encarnar a otro personaje que no sea Justin Timberlake), un puno de actores secundarios cuyos personajes no llegan a ser desarrollados, y la pobre Gemma Arterton, que encarna a una mujer desprovista de química alguna (lo cual no es del todo su culpa) con Justin Timberlake y Ben Affleck. “Runner Runner” nos deja indiferentes frente a los personajes y la intriga, y por ello no nos sentimos muy envueltos en la historia. Para una película sobre los juegos del azar, un mundo en el cual los riesgos y las recompensas forman una parte integral, “Runner Runner” arriesga muy poco y termina con un pésimo juego.