En el corazón de la película de ritmo galopante Rush podemos ver una de las rivalidades masculinas mas romantizadas plasmadas en la pantalla grande este año. Ron Howard dirige la película sobre pilotos rivales de Fórmula 1 de los años 70, James Hunt (un Chris Hemsworth más delgado para encarnar al ídolo seductor) y Niki Lauda (Daniel Brühl que encarna su papel enfatizando el lado estrictamente reservado del personaje empujado por una agresión reprimida). Ambos fueron grandes estrellas en su época guardando cado uno un enfoque opuesto. La energía se siente al ver a estos dos en la pantalla en las carreras de auto al igual que en sus enfrentamientos físicos y mentales.
Los actores asumen su papel respectivo con toda honestidad y empeño demostrando una buena química entre dos personas que difícilmente podían ser más distintas pero que han comprendido que depende el uno del otro tanto como quieren ganarle el uno a otro. Los dos albergan fallas y el director Ron Howard logra balancear la simpatía que sentimos hacia el uno y el otro de las dos estrellas en momentos distintos del drama – con lo cual dificulta que nosotros podamos escoger cual queremos ver ganar a la final.
Pese al apasionado tratamiento dado a los personajes, Howard se apoya excesivamente para contar su historia. Desde los autos de carrera que pasan a alta velocidad frente en la pantalla y tomas que muestran los motores de cerca, Howard no esconde nada. A veces estas escenas duran solamente segundos en tanto que son montajes, pero que entrelazan los sonidos e imágenes más poderosos de manera abstracta pero impresionante que logra ir más allá de la narración. Las escenas de carrera en automóvil y el drama son balanceados con una precisión maravillosa. Ni el desarrollo de los personajes ni las carreras logran secuestrar por completo la narrativa y por esta razón la película nunca se vuelve monótona.
Sin embargo, la pesadez se hace sentir en la banda sonora sobrecargada de Han Zimmer llegando en ocasiones a ser nociva. Pero es esta misma mano la que ofrece los más grandes logros al recrear toda una era con su equipo de diseño, maquillaje y vestuario. El equipo de producción logró captar los colores dominantes de la época – las carpas y las personas - al filmar las vistas aéreas de los circuitos de carreras el equipo de producción. Las mujeres privilegiadas que formaban parte del entorno de estos hombres (Olivia Wilde y Natalie Dormer incluidas) no son más que piezas decorativas porque la película gira alrededor de los dos hombres. Sin embargo hay solamente una persona que logra entrelazar todos los elementos de la producción: Anthony Dod Mantle, el director de fotografía, quien ya fue galardonado con por la Academia por su trabajo en la película “Slumdog Millionaire”. Gracias a Anthony Mantle logramos ver esta luz que nos transporta virtualmente a los años 70, sea que brilla entre los árboles o a través de los cabellos de los actores.
Finalmente todo sirve a resaltar el valor de la relación entre Hunt y Lauda. Ron Howard aprovecha para maximizar el efecto. En algunos instantes Howard sobrepasa los límites de lo racional y los cinéfilos indican la incredibilidad del asunto. Aún así Ron Howard mantiene firmemente las riendas en sus manos creando una película emocionante olvidar el elemento central que es el alma.