Cuando ya ha transcurrido la cuarta parte de la historia excesivamente larga de Jack Ryan: Shadow Recruit el héroe principal comenta sobre un retrato de una época de guerra colgado en las oficinas de su adversario Viktor Cherevin: "Napoleón," dice Ryan, identificando con orgullo el sujeto del retrato. “Sí” responde el vil Cherevin con una sonrisa. “Veo que conoce bien la Historia.” Esperaríamos encontrar un nivel más elevado de sofisticación en una película dirigida por Kenneth Branagh...y además, en una respuesta pronunciada por Kenneth Branagh. Pero el nivel promedio con el cual nos toparemos a lo largo del guion de “Jack Ryan: Shadow Recruit” es este, nunca lo sobrepasa. Y más problemático aun es lo que recordara los días siguientes. En fin, esto y el hecho que Chris Pine y Keira Knightley forman una pareja de lo más atractiva gracias a la compatibilidad que muestran en la pantalla grande. A parte de estos elementos destacados la película se derrite a lo largo de 105 minutos (aunque le parecerá el doble de largo) de carreras a pie, recorridos en automóvil, disparos de armas y otras situaciones comparables.
Pero el largometraje hará sufrir a los espectadores durante todo el largometraje, y esto se lo debemos casi enteramente a Chris Pine. Un actor que recordamos de la época en que Lindsay Lohan emprendía sus primeros pasos en el cine y que él ni siquiera despertaba nuestro interés, Chris Pine supo afianzar su lugar en franquicias como “Star Trek” y, si lo dicta la taquilla, Jack Ryan también. Logra convencernos con este personaje y con la personalidad que logra darle durante las escenas más emocionantes del primer asesinato, y no olvidemos mencionar la relación que teje basada en mentiras con Cherevin. Si tan sólo le hubiesen dada a Chris Pine un guion mejor y más inteligente él hubiese resultado maravilloso en la piel de un héroe de acción como Ryan, pero aquí únicamente le brindan la oportunidad de arreglárselas en toda una serie de situaciones algo aburridas.
El otro aspecto sobresaliente de Jack Ryan es la estrella femenina: Keira Knightley y su personaje de la Dra. Cathy Mullins. Ella también emite un encanto que no pierde su brillo en ningún momento permitiendo que Keira Knightley transmita energía a este filme cuando éste se encuentra en sus momentos más flojos y desprovisto de sabor. Así es que no solamente nos contentamos sino que también nos sentimos más relajados sabiendo que ella aparecerá de manera inesperada para acompañar a su amado Jack en su misión para … algo que ver con poner fin al terrorismo. Pero no se agobie, porque usted también habrá olvidado los detalles cuando salga del cine, o incluso antes.
Pero por ello no crea que no lo sorprenderá cierto aspecto de “Shadow Recruit”. A Keira Knightley le dan algo que hacer en todo esta acción. No la dejan a un costado en la sombra esperando el salvo retorno de su amigo ni tampoco la tienen lamentándose por los peligros a los cuales su compañero se expone al haber escogido su profesión. Ella prefiera también lanzarse en la acción. Y esto es razón para mucho jubilo. Sin ella no tendríamos más que Chris Pine. Y por más que queramos a Chris Pine pues resulta más placentero verlo compartir la pantalla junto a alguien (que nos perdone Kevin Costner pero en esta ocasión no dio lo mejor de si).
Dicho en pocas palabras, no hay gran cosa que comentar sobre “Jack Ryan: Shadow Recruit”, y ya eso es mucho – se trata de un filme de poca personalidad, lento y que cuenta con la participación de dos superestrellas que se merecen mucho más que el triste material que les entregaron. En fin, quizá en la segunda parte (sí, ya que se diga...… seguro que habrá una continuación) le darán más importancia al guion y no cometerán el error de asumir que si reconocen a Napoleón en un retrato se es experto en la historia del mundo.